Hace días estaba jugando billar con un amigo y era mi turno en el juego. Básicamente, tenía dos opciones en la mesa:
La primera era un tiro directo y girar la bola blanca hacia atrás para tener otro tiro directo. La segunda opción era hacer una combinación de 3 bolas, que de lograrlo, iba a terminar en una posición mucho más cómoda para ganar el juego.
El tiro, para muchos aficionados al billar como yo, era obvio: toma los tiros directos y deja la bola blanca de tal manera que tu oponente no tenga un tiro fácil en su turno.
En cambio, yo elegí la combinación de 3 bolas. Procedí a tomar mi tiro y fallé.
Después del tiro, mi amigo solo comentó:
"Caray Alan... siempre tomas los tiros más difíciles."
Y le dije:
"Te acuerdas de aquella vez que te dije que iba a hacer una combinación de 4 bolas y meter 2 de esas bolas en los lados de la mesa?"
Me contestó:
"Cómo olvidarlo! Claro que me acuerdo."
A lo cual solamente contesté:
"Exactamente."
Mi amigo me miró confundido, y yo no dije ningún comentario más al respecto durante el transcurso del juego, pero ésa breve conversación me llevó a reflexionar acerca de lo que acababa de suceder:
Las cosas extraordinarias nunca se olvidan.
Son contadas las oportunidades que tenemos para hacer algo realmente extraordinario. La realidad es que, es muy probable que fallemos al intentar lograr algo extraordinario, pero ese momento en el que alcanzamos lo "inalcanzable" o hacemos lo "imposible", es un momento que será memorable para ti y para las personas que lo presenciaron.
No es fácil hacer cosas extraordinarias, si fuera fácil, simplemente no sería extraordinario.
Sin embargo, puedes estar toda tu vida añorando la grandeza y no hacer nada para alcanzarla, o puedes empezar a andar el camino, sin tomar en cuenta lo difícil que aparenta ser. Recuerda, Roma no se construyó en un día.
Si te gustó éste ensayo, déjame un comentario y cuéntame:
¿Hay alguna cosa qué siempre has añorado hacer, pero te detiene lo difícil que aparenta ser el camino?